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Marilyn Stafford ha retratado a Albert Einstein, ha desayunado con Edith Piaf y ha presenciado cómo Lee Marvin rompía a cantar, y eso solo para empezar...

Un instante congelado en el tiempo

Marilyn Stafford ha retratado a Albert Einstein, ha desayunado con Edith Piaf y ha presenciado cómo Lee Marvin rompía a cantar, y eso solo para empezar...

Marilyn Stafford recuerda la fotografía que lanzó su increíble carrera como reportera gráfica en 1948. Pese a sus 96 años, sorprende la nitidez y el detalle de todos sus recuerdos.

A los 23 años, dejó su ciudad natal de Cleveland (Ohio) para ser actriz en Nueva York. Se formó en el método Stanislavski, una técnica que anima a los actores a utilizar las experiencias pasadas para impulsar reacciones y emociones en sus personajes. "La observación silenciosa fue una tendencia que entró muy pronto en el mundo de la fotografía", señala Marilyn. "Siempre digo que probablemente soy la única fotógrafa Stanislavski, pues así estudié la actuación y de modo automático lo apliqué a la fotografía".

Mientras ejercía como actriz, se unió a un grupo de jóvenes documentalistas que querían rodar una película en la que Albert Einstein hablara en contra de la bomba atómica. Y así empezó todo. "Fue cuando íbamos en el coche a verle cuando me entregaron esta cámara réflex de 35 mm y me dijeron que filmara", cuenta. "Realmente no sabía que iba a acabar haciendo fotografías, por lo que mi mente no estaba preparada para contar una historia en imágenes. En ese caso, habría fotografiado la fachada de la casa de Einstein cuando este abrió la puerta principal, su perchero o un estuche de violín junto a la pared del pasillo... En mi cabeza guardo un archivo mental lleno de todas aquellas fotografías que me perdí".

Por suerte para nosotros, captó al célebre físico sentado en una butaca, sonriendo. "Me mantuve en silencio en el fondo, pero pude oír a Einstein preguntar por la velocidad a la que la película pasaba por la cámara, así que el director se lo explicó y él escuchó interesado. Mientras recogíamos, espetó: 'Muchas gracias, ahora lo entiendo', lo cual, viniendo de un genio, demostraba su humildad".

Poco después de fotografiar a Einstein, Marilyn marchó a París, donde paseó discretamente tomando escenas callejeras con su cámara. Sus imágenes de niños jugando en la calle fueron tomadas en el enclave de los barrios bajos de Cite Lesage-Bullourde y ofrecen una rara visión del pasado de esta zona, hoy en día convertida en un barrio residencial.

Pero necesitaba un empleo. "Asistí a una cena de cumpleaños con unos periodistas estadounidenses y canté el 'Feliz Cumpleaños'. Al final de la velada, se me acercó un cazador de talentos que buscaba una cantante para un conjunto en un elegante club de copas, Chez Carrere, justo al lado de los Campos Elíseos. Por supuesto, joven como era, acepté la oferta y de repente me vi cantando en un escenario".

El club era un imán para los expatriados estadounidenses y celebridades como Bing Crosby. Marilyn recuerda que Crosby se encariñó con ella y le llevó croissants a su apartamento, pero eso es otra historia...

Mientras tanto, en otro giro del destino, su compañero de banda Eddie Constantine hizo buenas migas con Edith Piaf y Marilyn no tardó en formar parte del amplio séquito de la cantante. Así que, tras cada espectáculo, la invitaban regularmente a desayunar a la nueva casa de Piaf en el Bois de Boulogne. La fotógrafa captó más tarde a su amiga sonriendo en un sillón del Grand Hotel, aunque esas fotos las tomó Marilyn solo tras preguntarle amablemente si no le importaba. "Me encanta ver a Edith sonriendo y de blanco, en contraste con todas esas canciones oscuras y deprimentes que cantaba vestida de negro".

Marilyn pronto formó una agencia con el fotógrafo francés Michel Arnaud, y fotografió alta costura para firmas como Dior, Chanel y Givenchy. "Nunca me gustó el trabajo en estudio, con todos esos molestos cables en el suelo, así que decidí sacar a las modelos del estudio, a las calles de París, y fotografiarlas con gente corriente de fondo".

Aunque la moda nunca fue realmente su pasión. "Creo que fue el famoso fotoperiodista Don McCullin quien dijo que prefería estar en una zona de guerra antes que en un desfile de moda. Y la verdad es que opino como él".

A finales de los años 50, se casó con un corresponsal británico en el extranjero. Y si bien en 1958 esperaban su primer hijo, a Marilyn le conmovió tanto la historia de los refugiados huidos de la Guerra de Independencia de Argelia, que viajó a Túnez pese a estar embarazada de cinco meses. Tomó una serie de fotografías, entre las que destaca la inquietante imagen de una joven madre refugiada con su hijo llegando a Argelia tras cruzar la frontera tunecina. La imagen fue portada del periódico Observer, la primera de muchas, algo de lo que Marilyn sigue estando inmensamente orgullosa.

Un año después, su marido fue destinado a Italia, donde conoció y fotografió al escritor y activista Carlo Levi. A través de él, fue invitada a fotografiar a Francesca Serio, la primera mujer que demandó a la mafia tras el asesinato de su hijo. Del impactante retrato en blanco y negro, Marilyn explica: "Lo tengo grabado en mi cabeza: ella sentada en una silla durante el juicio en Palermo y yo tan nerviosa que no pude aprovechar nada de la película". Por suerte, Levi organizó otro encuentro.

En 1960, la familia se trasladó al Líbano, donde fotografió la vida cotidiana y a las modelos del concurso de belleza Miss Líbano. Más tarde, tras acabarse su matrimonio, Marilyn volvió a Londres justo en plena efervescencia de la escena cultural juvenil. Y aunque la moda británica seguía siendo un club preferente para chicos, sus retratos íntimos de Twiggy, toda pestañas y mirando directamente al objetivo, y de Joanna Lumley, mirando serenamente por una ventana, demostraron su habilidad natural para hacer sentir cómodo al retratado.

Hablando de compenetración, el actor Lee Marvin, al que fotografió recostado en un sillón con un cigarrillo en la mano, no podía parecer más relajado. "Lee había venido al Reino Unido para rodar Doce del patíbulo y nos conocimos en la cena de un colega suyo. Hablamos, nos hicimos amigos y me invitó a un paseo por los pubs para que conociera mejor Londres. Visitó mi casa en Hampstead y, cuando mencioné casualmente que nunca había visto su película La leyenda de la ciudad sin nombre, fue cuando se quitó las botas, representó la escena y cantó la famosa canción "Wandering Star". Y así conseguí la toma".

En los años 70, Marilyn empezó a fotografiar en color para un encargo en Hampi, India. En otra ocasión, pasó un mes siguiendo a la primera ministra india, Indira Gandhi. En 1980, cuando la fotografía digital comenzaba a despegar, Marilyn se retiró.

Pero ese no fue el final de su conexión con la fotografía. En 2017, fundó el premio Marilyn Stafford FotoReportage, diseñado para destacar a las fotógrafas que se centran en temas sociales o medioambientales poco difundidos y que, con el apoyo de Nikon, otorga a la ganadora una beca para sufragar los gastos de manutención y de viaje. "Hay tantos talentos femeninos increíbles ahí fuera que pensé en hacer algo para que pudieran salir adelante en el mundo freelance".

En la actualidad, la fotógrafa reside en una tranquila ciudad costera de Sussex, contrapunto perfecto tras todas las aventuras vividas. En cuanto al secreto para hacer una foto con éxito, esta perspicaz observadora nos revela: "Aparte de saber ver el momento, tiendo a no pensar demasiado en las cosas. Simplemente miro por el objetivo y tomo la fotografía. Tan sencillo como eso".

Picture credit: Marilyn Stafford

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