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Para Rosey Chan, el suave ronroneo del motor de un coche antiguo o los sonidos ambientales del mundo natural son catalizadores de un conjunto único de obras terapéuticas.

El arte del sonido

Para Rosey Chan, el suave ronroneo del motor de un coche antiguo o los sonidos ambientales del mundo natural son catalizadores de un conjunto único de obras terapéuticas

Rosey Chan tamborilea con las uñas sobre la tapa de una tetera metálica antes de servirme una taza de té a la menta. “Me encanta explorar diferentes sonidos que damos por sentados… ya sea un ruido metálico como este o el sonido chirriante y de madera que hace una puerta cuando se cierra lentamente. Cada sonido tiene una belleza única", explica.

Afincada en Londres, Rosey es una pianista de formación clásica que estudió en el Royal College of Music y que ahora se ha convertido en una artista multimedia, músico y compositora. Rosey no tiene miedo a la hora de grabar sonidos cargados de matices. Poco importa si se trata de captar el rugido de un antiguo avión de combate desde el estrecho asiento del pasajero mientras hace acrobacias aéreas o si hay que adentrarse en una tormenta eléctrica para documentar las gotas de lluvia que rebotan en un muro de piedra, Rosey escucha el ritmo de la música allá donde vaya.

Además, Rosey rebosa de ideas ambiciosas y sin complejos. Su música es una amalgama de composiciones conmovedoras, improvisaciones musicales y selecto repertorio clásico salpicada de influencias electrónicas y sonoras de todo tipo de géneros. En mayo de 2022, presentará el último capítulo de su experimentación con el sonido y el arte en su primera exposición en solitario en Londres.

Terapia en Do menor

Sonic Lab, su última aventura, se creó como un lugar para que todas las ideas y proyectos multidisciplinares de la artista pudieran coexistir en una única plataforma. El laboratorio cuenta incluso con su propio consejo asesor, formado por neurocientíficos y expertos en salud holística y del sueño, así como por una ecléctica mezcla de diseñadores, artistas visuales de vanguardia y asesores de frecuencia. Muchos de ellos desempeñaron un papel fundamental en Sonic Apothecary, aclamado álbum de la artista y publicado en 2021.

“Obviamente yo no soy científica, pero quería averiguar más sobre los efectos de las ondas sonoras en el cerebro y sus neurotransmisores. Por ejemplo, ¿por qué una pieza musical resuena mejor en mí que otras piezas de música instrumental o por qué diferentes géneros musicales generan emociones distintas?”, se pregunta.

Chan imaginó su obra durante las fases iniciales de la pandemia, justo cuando el mundo se adentraba en los confinamientos. Empezó a escribir la música de Sonic Apothecary como parte de un proceso para curarse a sí misma durante esas primeras y solitarias semanas de confinamiento y por el deseo de ayudar a otros en la lucha también contra los efectos inesperados del aislamiento en sus patrones de sueño, su salud mental y sus niveles de estrés. Hasta ese momento, dice, la música había sido una opción estética para la mayoría, pero en ese momento empezó a considerarse también como una experiencia terapéutica.

Construir sobre un tema

Justo cuando estaba poniendo en práctica sus descubrimientos, el diseñador arquitectónico Thomas Heatherwick, famoso amigo suyo, la definió como una “farmacéutica musical” encargada de dispensar música como tónico para las afecciones de hoy en día. El concepto de “boticario” encajó de inmediato en Chan ya que parte de su propia familia ejerce la medicina china. De ahí nació también el nombre de Sonic Apothecary y su nueva ética de música para la curación para apoyar la mente, el estado de ánimo y las emociones a través de la música prescriptiva.

“Thomas siempre me presiona y eso es genial porque yo hago exactamente lo mismo con él”, cuenta Chan. “Muchos arquitectos renuncian a la responsabilidad del sonido en los espacios contemporáneos. Tienden a no preocuparse por la acústica en los edificios multifuncionales. Por ese motivo yo suelo preguntarle a Thomas cosas como: '¿Qué pasa si se trata de un espacio corporativo y tiene que acoger a una banda?' o '¿Qué conversaciones tienes con el cliente cuando habláis de la estética arquitectónica frente al sonido en general?'”.

En cuanto a la inspiración mutua, Heatherwick dice: “Cuando trabajo pensando en el impacto emocional de los edificios y lugares físicos que mi equipo y yo creamos, siento envidia del mundo de música increíble de Rosey por su cualidad intravenosa capaz de golpear tus emociones en un solo instante y ajena completamente a todo tipo de confusas dimensiones visuales… es algo que va directamente a tu alma”.

Sonic Apothecary se grabó durante una residencia artística de un mes en el Hotel Café Royal de Londres. En ese momento solo se alojaba un puñado de huéspedes, por lo que debió de resultar inquietantemente tranquilo para alguien como Chan, acostumbrada a tocar ante grandes audiencias en el Carnegie Hall. Aun así, Chan tocaba hasta altas horas de la noche en su querido Steinway, traído especialmente para su estancia y durante el día invitaba a amigos con talento para que exploraran con ella el proceso creativo. Nick Rhodes, de Duran Duran, el actor Charles Dance y el diseñador Tom Dixon son algunos de los nombres famosos que se dejaron caer por allí para asistir a recitales de poesía, a las reuniones de lluvia de ideas o a sesiones de improvisación sobre la marcha. Pocos días tras su lanzamiento, Sonic Apothecary acumulaba ya 10 millones de reproducciones. “Fue muy gratificante saber que había tocado instantáneamente 10 millones de corazones”, dice Chan.

Movimiento y emoción

De momento, sin embargo, Chan se centra en componer música a medida para viajar, lo que viene del amor de la artista por los sonidos de los motores antiguos. “Me encanta visitar exposiciones de coches antiguos por todo el Reino Unido. El año pasado, tuve la oportunidad de grabar el motor de un precioso y raro Rolls-Royce Silver Ghost y usar el sonido de esas vibraciones como música”, recuerda.

Chan está ahora conceptualizando una pista musical continua que acompañe a los viajeros durante todo su viaje… del jet privado al coche con chófer y luego hasta la suite del hotel. En cuanto al papel de Sonic Lab en la creación de música a medida para un jet privado y las salas de un aeropuerto, Chan dice: “Es sorprendente la cantidad de música que no se tiene en cuenta como parte del encargo arquitectónico original. Casi siempre se nos incorpora más tarde como medio para atraer al viajero, incentivar su viaje, como apoyo a las llamadas a la acción y, por supuesto, como parte del entretenimiento.”

“Los retos varían mucho debido a los objetivos generales y dependiendo de la experiencia del viajero, el uso del espacio, la acústica, el medio de audio (auriculares/altavoces), la duración del vuelo, etc. No hay reglas fijas, pero empezamos cada proyecto con un conocimiento detallado del encargo y a partir de ahí estudiamos cómo podemos satisfacer y cubrir las necesidades tanto del cliente como del viajero. Es a partir de ese momento cuando podemos plantearnos con eficacia un proyecto y superar los retos”, explica.

Sonido y furia

En un claro caso de “el cielo es el límite”, en 2021 y armada con su equipo de grabación, Chan tuvo oportunidad de volar en uno de los únicos doce aviones de combate rusos Yak-3UTI que siguen en funcionamiento hoy día. Aprender a volar parecía el siguiente paso obvio, así que Chan se inscribió en un club aeronáutico a las afueras de Londres. “Es un poco como la práctica de la música clásica… la disciplina, la concentración y el compromiso requeridos me resultaron muy atractivos. Mi adicción de toda la vida es perfeccionar las habilidades y las ideas, sean cuales sean, y volar empujó mi cerebro a pensar de forma diferente”.

Pero la verdadera magia ocurre una vez que aterriza. “En cuanto toco tierra tengo esta gran ráfaga de inspiración creativa y regocijo que, a su vez, inspira una forma diferente de componer. Por eso me gusta experimentar todo tipo de aventuras diferentes. Me gusta todo lo que es un poco peligroso y un poco loco”.

Hoy estaría volando, pero no ha tenido más remedio que quedarse en tierra porque se han registrado vientos de hasta 130 km/h en algunas partes del país. “Probablemente sea lo mejor", dice al tiempo que intenta cerrar la rebelde puerta de cristal de su estudio en el ático que se balancea peligrosamente sobre las bisagras.

“¿Ves? ¡Todo resuena!", exclama Chan mientras el viento azota el horizonte de Londres.

Puede encontrar más información sobre Sonic Lab en wearesoniclab.com y más sobre la propia Rosey en roseychan.com

Crédito de la imagen: Credit Tina Zellmer

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